HISTORIA Y CIENCIAS SOCIALES:
Algunas experiencias de investigación desde el diálogo interdisciplinario
Sonia Rosa Tedeschi (*)

Desde sus inicios, el mundo de relaciones entre la Historia y las Ciencias Sociales mostró rasgos complejos y cambiantes. Trataré de visualizar en un rápido trazo algunos tramos de esta trayectoria para, finalmente, compartir algunas experiencias de investigación desde el diálogo entre disciplinas.

En el transcurso del siglo XIX, los científicos del campo social se vieron empeñados en un esfuerzo de organización disciplinar e institucional, separada racionalmente en partes autónomas y rígidas, el que se continuó en las primeras décadas del siglo XX. En efecto, entre 1870 y 1930 el proceso de relación había conducido al distanciamiento y escisión entre la Historia y las Ciencias Sociales. Una consecuencia de esto fue la fragmentación del saber en compartimentos bien definidos que impedían el fluir entre las distintas disciplinas, pugnando cada una por distinguirse de las demás. (1) En este esquema, la experiencia de la Historia como disciplina reveló desde la mitad de dicha centuria una superación de su perspectiva de sucesión cronológica de acontecimientos, su forma de crónica, siendo descubierta como un proceso de evolución lógica. (2) La nueva fundamentación metódico-documental revolucionó la reflexión disciplinar y la diferenció dentro de los estudios sociales. Los archivos, depositarios de testimonios del pasado humano, fueron puestos bajo un análisis que privilegiaba la óptica pragmática y empirista. (3) Hacia 1900 la Historia estaba transitando el camino de una autonomía profesional; problemas, métodos y fuentes habían quedado establecidos. Respecto a esta profesionalización, en Argentina, la llamada Nueva Escuela Histórica con Emilio Ravignani y Ricardo Levene como miembros centrales se constituyó en la primera experiencia colectiva organizada de la investigación histórica sustentada en un nuevo marco institucional y académico. (4)

Treinta años más tarde, la disciplina se encontró en medio de una fuerte división entre "viejos" y "nuevos" historiadores. En Francia, la Escuela de Annales fue un motor importante del largo pero fructífero debate que rondaba alrededor de la interdisciplinariedad, la historia-problema, el estudio de las estructuras más allá de los acontecimientos y de las coyunturas, nuevas temáticas, entre otros ejes. La obra de Lucien Febvre, Combates por la Historia en obvia alusión a una suerte de lucha entablada entre concepciones diferentes, fue emblemática. Otra revolución en la historiografía estaba en marcha, con efectos perdurables a lo largo del siglo XX, uno de los cuales fue el acercamiento entre la Historia y las Ciencias Sociales. La trayectoria de esta relación no fue totalmente lineal y armónica sino que presentó alternancias propias de campos de conocimiento con criterios de investigación diferentes. Con todo, los aportes recíprocos fueron muy importantes. Stone analiza esta cuestión y dice que los historiadores se vieron obligados a precisar mejor sus hipótesis, presupuestos, conceptos y con ellos modelos teóricos, ejercicio bien aceitado ya entre los científicos sociales. Sus estrategias de investigación se tornaron más refinadas, se incorporaron los niveles generales y particulares en las observaciones y la comprensión del objeto de estudio en estructuras de larga duración. Agregado a esto la metodología más técnica y minuciosa -muestreo, cuantificación- les permitió una evaluación con mayor profundidad de los corpus documentales utilizados. (5)

Esto se hizo más patente luego del fin de la II Guerra en 1945, cuando los numerosos cambios que se desencadenaron en el sistema mundial conmovieron el campo científico. Las líneas divisorias entre los estudios del pasado y del presente, entre los estudios de mundos sociales con mayor o menor grado de desarrollo, comenzaron a cuestionarse dando lugar a un quiebre del orden estructural y por ende, mayor comunicación, préstamo e intercambio de esquemas conceptuales y fases metodológicas entre distintos campos de estudio. Este viraje se convirtió en decisivo en los años sesenta, con el apoyo cada vez más sostenido de ámbitos universitarios cuyas publicaciones daban lugar privilegiado a esta convergencia científica. (6) En Argentina, en las primeras décadas de la segunda mitad del siglo XX varios centros de investigación histórica mostraron signos renovadores en orden a una mayor recepción de las propuestas de Annales y por ende a una vinculación mayor de la historia argentina con las orientaciones de otras corrientes mundiales de pensamiento. Así, los influjos intelectuales desde la demografía, la sociología, la economía entre otras estimularon a los historiadores hacia nuevas temáticas, conceptos y metodologías. Este diálogo interdisciplinario aún con sus vicisitudes, en particular durante los períodos sombríos de dictadura militar en que se asestó un duro golpe al desarrollo científico y académico general, permanece como opción válida hasta nuestros días. (7)

La interdisciplinariedad desarrollada de manera equilibrada, refuerza la esencia de una historia-problema para explicar sociedades en transformación. Como se advierte desde el Manifiesto de Historia a Debate (8) esta vinculación debe asegurar hacia adentro de la comunidad de historiadores, un refuerzo de la unidad disciplinar y científica de la historia profesional; y hacia afuera, una extensión del campo de las alianzas más acá y más allá de las ciencias sociales clásicas. Agregaría a esto un alerta acerca de que estos "modelos combinados" sean pertinentes en su aplicación y coadyuven a la explicación atendiendo a la singularidad de nuestros propios procesos históricos americanos.

Me interesa en esta oportunidad hacer una breve referencia a algunas experiencias propias de investigación y destacar sus resultados a partir justamente de este cruce interdisciplinario.

Desde hace tiempo investigo sobre aspectos del Estado, la sociedad, la economía de Santa Fe durante la primera mitad del siglo XIX y en el marco de su construcción como estado provincial, más precisamente entre 1820 y 1840. (9) El período escogido incluye básicamente los años de gobierno de Estanislao López, quien además de liderar una política de pactos interprovinciales, proyectó una organización hacia el interior de la provincia que, aún imperfecta, produjo cierta consolidación en aspectos institucionales, socio-económicos, financieros.

Para abordar la problemática política, fue necesario indagar, con ciertos aportes de la ciencia política, la sociología y el análisis del discurso -que es en sí mismo un campo interdisciplinario de estudio del lenguaje- en el modelo de organización estatal que se iba conformando a través, no solo, de lo jurídico-institucional sino también desde la cultura política, sus manifestaciones en la práctica y sus vinculaciones con las estructuras sociales y económicas, lo cual constituye un montaje que va dando cuenta de la dinámica del proceso a través del tiempo.

A tal efecto, analicé la redefinición de roles dentro de una esfera político-institucional local conformada en el período. La convivencia de instituciones de distinta naturaleza, por ejemplo el tradicional Cabildo y la Junta de Representantes de corte republicano junto a un "Poder Ejecutivo" fuerte mostraron la puja por la distribución del poder, a la vez que un esfuerzo por dar ordenamiento institucional que aunque imperfecto contribuyó a cimentar la primera etapa de formación del estado provincial. Un ordenamiento que era necesario también a la hora de pactar con las otras provincias, permitiendo un mejor posicionamiento en las negociaciones que intentaban regular vínculos contrapesando acuerdos y diferencias en distintos asuntos como por ejemplo: un sistema de gobierno supraprovincial que las reuniera, un compromiso ofensivo-defensivo ante agresiones exteriores, reglas económicas más claras y justas entre otras cuestiones. En los modelos de organización política se reconocieron formas republicanas y confederales que, si bien atendían a nociones de la teoría política vigente, adquirieron rasgos propios a la hora de discutir e implementar.

Por otra parte, algunas aplicaciones del análisis del discurso en la prensa santafesina me proporcionaron elementos para una mejor comprensión de la cultura política del período. El ejercicio fue realizado sobre algunos números del periódico El Federal entre los años 1829 y 1831 editados por la Imprenta del Estado santafesino. Tomando en cuenta el contexto en que fueron redactados, mi propósito también fue analizarlos como formas de acción, detectar las intencionalidades de los textos tratando de entender los usos del lenguaje de época, observar los niveles de recepción. Este trabajo me permitió comprobar algunas cuestiones:

-El contexto en que fueron redactados se enmarca en la contienda política entre los grupos unitario y federal puesta de manifiesto tanto en los recintos de congresos y reuniones como en el campo de batalla. Este estudio proporciona ideas de los redactores contemporáneos acerca de los sucesos políticos de la época.

-Esta prensa oficial es reconocida como un instrumento de formación de opinión de los niveles dirigentes no solo en Santa Fe sino también en otras provincias donde existían numerosas suscripciones. Es reconocida como una voz legítima y distintiva del grupo federal, incluso el examen del vocabulario político utilizado hace que se inserte en un pensamiento federal rioplatense.

-funciona por momentos como réplica a los ataques de periódicos como El Pampero y como Aurora Nacional. Ante la visión de anarquía y desorden que remarcan estos periódicos unitarios, los textos de El Federal contraponen las instancias de legalidad y legitimidad de los gobiernos federales -en particular el de Santa Fe- como también los múltiples beneficios del orden instaurado en las provincias de ese signo político. O sea que funciona también como un instrumento reivindicativo del grupo. Estamos ante una contienda intelectual en el campo de los registros escritos.

Ahora bien, el discurso es el discurso y la práctica es la práctica, pueden tener o no puntos de contacto. Por lo tanto fue importante observar en qué medida se articulaban estos dos planos de análisis. En ese sentido, fue interesante incursionar en la vía electoral que daba legitimidad a los cargos políticos, en particular, las elecciones de diputados a la Sala de Representantes para observar como funcionaban la legislación electoral y la práctica efectiva. El discurso legal traducía ideas avanzadas de representación política y un afán por resaltar los valores republicanos a la vez que recogía disposiciones legales provenientes de la época colonial. Desde la ciencia política, el uso de categorías como la de ciudadanía y de representación, permitió observar precisamente sus nociones de época. Un estudio micro sobre el suceso electoral de 1828 demostró que en la práctica, persistía un mundo de relaciones antiguo que transvasaba características coloniales a las nuevas categorías de representación política y que el funcionamiento de redes sociales de antigua y nueva data se combinaban a la hora de votar. Los cambios en las ideas y los cambios en el comportamiento social mostraron así tiempos diferentes de desarrollo.

Finalmente y ante la necesidad de ver desde otra óptica mi objeto de estudio, me aproximé a la problemática de la frontera y a la manera en que operaban las distintas políticas y prácticas estatales para consolidar la jurisdicción política y extender una modalidad social hispanocriolla desde la ciudad hacia el campo. Algunas pautas de la Antropología cultural contribuyeron a este examen pero también nuevas propuestas historiográficas acerca del concepto de frontera que matizan esa clásica imagen de ámbito de conflicto, de línea de separación. La matizan con una noción de área o franja territorial con una lógica y una dinámica muy propias, donde es posible pensar múltiples interacciones humanas por parte de las comunidades en contacto, en este caso, la hispanocriolla y la indígena. Una frontera móvil, un lugar de socialización, de intercambio, de conflicto también. Desde la antropología, se sugiere que esas fronteras no son zonas vacías sino sitios de producción cultural creativa. El estudio de los sistemas sociales diversos en la frontera santafesina con este enfoque dio lugar a resultados que demuestran una interdependencia de las comunidades en determinadas circunstancias, también casos de asimilación y/o resistencias como respuestas al contacto y a sus diversas formas (arbitrariedad, violencia, acuerdos, intercambios). Las instituciones estatales y sus estructuras desplegaron en la frontera una política de ocupamiento efectivo de tierras, poblamiento y control demográfico, desarrollo de actividades económicas, ejercicio de autoridad a través del control social y del respeto impuesto a procedimientos y normas. Esto colisionó más de una vez con las comunidades indígenas establecidas en el área, cuyos modos de vida eran considerados imperfectos y viciados. También con aquellos hispanocriollos considerados habitantes marginales porque no respondían a patrones de conducta de su propia sociedad. De modo que las relaciones entre estos sujetos y colectivos sociales ofrecen fuertes indicios de una frontera socio-cultural compleja, de percepción desigual y jerárquica desde el Estado y sobre la que debía aplicar distintas estrategias a fin de conseguir su objetivo en correspondencia con un proyecto estatal provincial.

Estos resultados, expuestos aquí de manera general, se insertan en la revisión encarada no solo en el Río de la Plata sino en otras áreas iberoamericanas por parte de historiadores que trabajan el proceso de construcción de las naciones durante el siglo XIX. Para el caso particular analizado aquí, se perfila una visión histórica basada en nuevas reflexiones desde el cruce interdisciplinar, donde existen ciertas reglas, proyectos, ordenamientos, vínculos formales que otorga matices a aquella tradicional, legada por algunas posturas historiográficas en que el caos y el vacío institucional eran predominantes en la historia rioplatense para estos años.



Notas:

(*) CONICET/Instituto de Historia Argentina y Americana "Dr. Emilio Ravignani" FFyL-UBA/CERIDE/FHUC-UNL.

(1) STONE, Lawrence El pasado y el presente, México, FCE, 1986, pp. 15-60.

(2) Los relatos nacionales, por la naturaleza de sus objetivos, fueron reveladores de estos cambios. Así las grandes producciones de los franceses Thiers, Michelet, Guizot, del inglés Carlyle y otros fundadores de historiografías nacionales se constituyeron en clásicos del siglo. Ellas trataron de contribuir a la cohesión social de los estados y de justificar su formación. Cf.HOBSBAWM, Eric Las revoluciones burguesas, 1985, pp. 504-6.

(3) AROSTEGUI, Julio La investigación histórica: Teoría y Método, Barcelona, Crítica, 1995, pp. 98-100.

(4) BUCHBINDER, Pablo "Vínculos privados, instituciones públicas y reglas profesionales en los orígenes de la historiografía argentina" en Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana "Dr. Emilio Ravignani" Tercera Serie, núm. 13, 1er. Semestre de 1996, pp.59-82.

(5)STONE, Lawrence, op. cit. pp. 30-2.

(6) WALLERSTEIN, Inmanuel (coord.) Abrir las ciencias sociales. Informe de la Comisión Gulbenkian para la reestructuración de las ciencias sociales, México, Siglo XXI en coedición con el Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades de la UNAM, 3ra. Edición español, 1998, pp. 37-75.

(7) HALPERIN DONGHI, Tulio "Un cuarto de siglo de historiografía argentina (1960-1985) en Desarrollo Económico, v. 25, No. 100 (enero-marzo 1986), pp. 487-520.

(8) Historia a Debate es una red mundial de historiadores que dinamiza intercambios y contactos. Se define a sí misma como un foro de debate, como un taller de experimentación, como un proyecto historiográfico colectivo cuyo Manifiesto refleja tendencias de la profesión consensuadas pero manteniendo el espíritu pluralista de la red. Cf. Manifiesto de Historia a Debate en http://www.h-debate.com/Spanish/manifiesto.

(9) Algunos resultados fueron expuestos en mi Tesis de Maestría en Historia Latinoamericana, Universidad Internacional de Andalucía, España: "Política e Instituciones en el Río de la Plata. El caso de Santa Fe entre 1819 y 1838" dirigida por el Prof. José Carlos Chiaramonte y con la tutoría del Prof. Horst Pietschmann. 2003.


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