LA AGENDA HISTORIOGRÁFICA HOY
Teresa Elisa Suárez

Si partimos de la evidencia que estamos en medio de una crisis generalizada en todos los aspectos, sería por demás extraño afirmar que la disciplina Historia atraviesa un período de estabilidad y armonía. Es Gérard Noiriel quien precisamente trae la cuestión en una evaluación relativamente reciente, aunque, en un juicio optimista, afirma que se trata de una crisis propia del crecimiento disciplinar.

Estamos en medio de un cambio que comenzó por abandonar los grandes relatos, el estructuralismo -las historias sin sujeto- y siguió con los ataques a las verdades acabadas, dando por resultado un "presente en migajas" al decir de Francois Dosse. Así, la mayor esperanza consiste en el reconocimiento de un permanente estado de debate.

Se observan al menos dos vertientes : la que considera a la historiografia como un género narrativo literario-en calidad de integrante de las Humanidades, y la que, en tanto disciplina científica, la asume como integrante de las Ciencias Sociales.

Las aristas para examinar la Historia hoy son de triple naturaleza: los reclamos de la sociedad, adonde están nuestros antiguos destinatarios y destinatarias, quienes parecen haberse alejado de la escritura histórica; la conformación de la academia o de las academias -composición, genealogías, prácticas- y, finalmente, los principales consensos en la producción profesional que emergen de los últimos congresos, nacionales e internacionales.

Los fundamentos de esta presentación se basan en la convicción que una reflexión ayuda a clarificar replanteos sobre la elección de teorías y metodologías, procurando un mayor rigor en nuestro trabajo, y además en la cuestión ética que hay que aprender de quienes nos antecedieron y sentaron tradiciones, aún reconociendo sus limitaciones y errores. En síntesis, en la valoración de los "clásicos".

La producción historiográfica debe considerarse en relación a la sociedad actual. En el contexto neoconservador se elimina con frecuencia la visión de futuro: el fin de la Historia, la prolongación del presente -el statu quo- de modo infinito. Se termina, en fin, la función crítica de la Historia. Pero sin embargo gran parte de la sociedad aún la interpela, lo cual obliga a historiadores e historiadoras a un mayor compromiso desde la disciplina.

Asistimos a un momento en que la sociedad revive el reclamo sobre la memoria. Para muchos la historiografía debiera rendir cuentas del pasado. Esto requiere entonces una conceptualización, dada la frecuente confusión entre Historia -lo que se dice acerca del pasado- y Memoria -el sentido que deriva de la experiencia vital y de su transmisión oral y escrita. "Res gesta" es el conocimiento al que se llega por la investigación, y "Res gestarum" es la experiencia vital. Esta diferencia no está habitualmente presente. Frecuentemente se toma a Historia y Memoria como categorías homologables.

La agenda historiográfica da una respuesta única? Evidentemente no. El pasado mirado por nosotros hoy no tiene sentido por sí mismo, hay que otorgárselo, ya sea por la memoria social que lo prolonga, o bien por el sentido que le otorgan al texto historiadoras e historiadores. En esto parece no haber consenso, el pasado se presenta como un problema a trabajar.

Los grupos de historiadores tienen diferentes modos de producción y comunicación. Las Identidades de pertenencia siguen reconociéndose, pero se pierde la centralidad. Tenemos una historiografía policéntrica de mayor horizontalidad y por lo tanto de mayor democratización. Se hace trabajo en equipos, se forman recursos especializados. Hay filiaciones y genealogías que se contentan con lograr verdades parciales y provisorias.

La Historia cultural en auge cuestiona las fuentes. Los archivos ya no son los únicos custodios de la memoria documental. Hay tantas fuentes y producción empírica que se produce lo que E.P Thompson denomina "Miseria de la Teoría". Se requiere por tanto reducir la densidad de datos que nos impiden ver u obtener interpretaciones, inteligibilidad por medio de procedimientos muy creativos.

La selección temática está fuertemente connotada por la procedencia de los equipos y por la discusión académica en universidades e institutos de investigación. Hay referentes nacionales: nueve jornadas Interescuelas Universitarias de Historia, y otras tantas de la Academia Nacional de la Historia desde la recuperación de la Democracia, momento fundante de una nueva época. A ellos deben agregarse las convocatorias de diferentes instituciones compatibles con el pasado, como museos, juntas de estudios históricos, asociaciones culturales, etc.

El discurso histórico no se mantiene constante en el gusto e interés del público lector. Los intereses profesionales suelen provocar la indiferencia de la sociedad. No sucede lo mismo con otros discursos como la narrativa literaria acerca del pasado o de sujetos del pasado, biografías y novela histórica, donde la incorporación de la ficción no resta crédito a la calidad. Evocan el pasado con el objetivo de recrear, pero no tienen el compromiso de buscar objetividad.

Quiero llamar la atención sobre los temas y problemas que, a mi juicio, más interesan hoy a la historiografia y las concepciones a que responden, reflejadas en su modo de categorizar.

I-La mirada antropológica, también llamada Etnohistoria

Las sociedades indígenas son parte de las sociedades sin historia, dado que los cánones profesionales utilizaron como fuente sólo documentos escritos (las huellas materiales habían quedado para la arqueología, y los rastros culturales para el folklore). Los parlamentos, las guerras y cualquier otra relación con el hombre blanco occidental fueron analizadas desde el punto de vista de éste, en lugar de hacerlo observando la lógica de la sociedad indígena. Así, el historiador adoptó una identificación con un actor particular del pasado que analiza: el del conquistador. Luego, dado que las pautas historiográficas se reproducen por vías educativas, de sociabilidad, de lectura, también se han reproducido interpretaciones de modo acrítico.

A la luz de la Historia Social, y con la conceptualización de Todorov, Barth, entre muchos, la otredad, los universos étnicos son vistos de diferente modo: es desechada la centralidad y hegemonía del hombre blanco, especialmente el europeísmo. Al decir "Hegemonismos" nos referimos a priorizar algo "borrando" lo diferente. Para hispanoamérica, cada sociedad requiere ser analizada en su propia lógica, con una indagación desde la cultura original, más que desde los intereses de la sociedad conquistadora o criolla. Con este enfoque se introdujo la historización amerindia previa a la conquista, que antes se tomaba como congelada en un solo momento, sin diacronía, circunscripta al análisis de fuentes arqueológicas.

La espacialización de las culturas.

Para las sociedades indígenas, la tierra tiene valor sagrado: no sólo permite la reproducción social, sino que también explica el destino de los muertos. Por eso no quisieron conceder nunca -me atrevería a decir que esto es extensivo a todos los grupos indígenas- la sesión de sus tierras. Para el conquistador occidental, el valor es el de un recurso predominantemente económico.

El asentamiento hispano en ciudades adopta carácter central frente a un entorno de "desiertos". Para la sociedad indígena, la ciudad es su frontera, la que lo ataca porque se apropia de su territorio sagrado. Así, cuando una sociedad amerindia se aviene a negociar o parlamentar, no lo hace porque resigna sus derechos, sino porque en el margen de poder que le queda -ante autoridades y legislación- trata de sacar lo más que puede, también utilizando la propia cultura del conquistador.

Una sociedad de mestizajes como la hispanoamericana, impone el análisis de las prácticas sociales a la par que los elementos ordenadores jurídico-institucionales, porque con las primeras, se relativizan los efectos de los segundos.

II-Este "retorno del sujeto" es aplicado también a la sociedad colonial en su conjunto, no sólo la indígena. Es lo que Moutokías analiza para el espacio rioplatense: mira el contexto de las interacciones entre los individuos y el modo en que ellas generan reglas de juego más o menos institucionalizadas -nivel consuetudinario. El conjunto de fuentes institucionales poco dicen sobre el comportamiento de los agentes respecto de ellas, más aún es complejo ver la comprensión que sucesivas generaciones tienen de esas normas. Así se generan configuraciones sociales -al margen de su pertenencia estamental étnica o económica- que integran las reglas, más los significados asignados por cada generación, en las que el historiador también juega un rol, por ser quien observa las interacciones entre los sujetos.

Por ejemplo, las normas de control social podrían no hacer "per se" control social, sino si las autoridades de turno echan mano sobre ellas. Si lo hicieran, generarían normas de comportamiento que se reproducirían en el futuro, cosa más efectiva que la propia norma original. Son los comportamientos entendidos en su funcionamiento los que aseguran el cumplimiento de la normativa. Es necesario hacerlos comprensibles.

Por lo general, los judiciales, los contratos, y en general todos los documentos que involucran a una variada gama de sujetos, revelan las relaciones jerárquicas y de poder entre los mismos. Así, la estructura socio-institucional no constituye un marco rígido, sino que presenta un abanico de oportunidades para el ejercicio de la voluntad, individual y colectiva. Esto instituye una ética social que se opone al abuso de los grupos hegemónicos. La riqueza de estas miradas reside en que a pesar de ser normas coercitivas, los sujetos no dejaron de actuar, más bien resistieron al decir de Foucault, constituyendo redes de relaciones, de solidaridad. Si una red fuera insuficiente, se genera una nueva red o se extiende a una nueva rama para complementarla y hacerla funcional.

III- La centralidad de la agencia social en la reproducción social, en la vida cotidiana.

Para A M Lorandi lo social como fenómeno colectivo, se expresa a través de comportamientos recurrentes, susceptibles de análisis estadísticos, y como fenómeno individual permite observar el entramado de relaciones y las representaciones simbólicas sobre el mundo y la cultura. Cada sujeto es un ejemplo de intertextualidad que es utilizado por el propio agente con un relativo grado de libertad. La sociabilidad es fundamental. En este sentido, la primera sociabilidad que es la de la unidad doméstica se ve indispensable para la reproducción social y cultural.

Las primeras normas de comportamiento social se practican en el ámbito privado. Niñas y niños aprenden sus roles, mandatos, comportamientos, obligaciones. Aprenden a obedecer, discriminan a quienes tienen autoridad. Por lo tanto el espacio privado familiar se torna, en este aspecto, fundamental en la indagación histórica. Así la Historia y la Antropología no sólo se ocupan de las relaciones de producción sino de la reproducción social y cultural en la vida cotidiana. Esta temática es de las más recientes en nuestra disciplina.

IV Las rupturas: quiebres de la periodización.

Por lo anterior, ya no serán los hechos extraordinarios los que marquen cambios en la sociedad, sino que se verá qué hacen los individuos para producir cambios. La teoría del caos que la Historia toma de la Física, muestra que el presente no es ordenado, sino caótico: en ese marco los sujetos actúan para recuperar el orden pasado. Así, el presente - creado- es creador por la acción de los sujetos, que actúan con una libertad parcial: entre la contingencia y la necesidad. En este sentido, para Foucault, desde una crítica al estructuralismo moderno, la Historia consiste en un devenir de hechos singulares que se encadenan y constituyen genealogías.

Foucault estudia la cultura desde los discursos que se generan en esos hechos singulares y desde la tecnología del poder. Reconoce que además del poder coactivo hay un poder creativo que busca su propia legitimación. Y observa que el poder se puede desplazar de un lugar a otro. Esta influencia de Foucault, más influyente en la Antropología y Sociología, fue mínima en la disciplina Historia en los comienzos de su trabajo, pero hoy su influencia es indiscutible.

También relacionado con el lenguaje y el tiempo, Bajtin, ubicado entre los posmodernos, afirma que el lenguaje de los sujetos contiene las voces del pasado, y son plurales por ser intertextuales. Por lo tanto, al conocimiento del pasado puede accederse mediante el análisis de los discursos de los textos escritos -crónicas, memorias- o de los informantes clave por historia oral. Así, la periodización tiene que verse, asimismo, desde los cambios en el lenguaje.

V- Para finalizar, queda un debate entre dos polos opuestos, dos modelos de análisis de los fenómenos históricos muy citados: Wallerstein, en "El sistema del mundo moderno" argumenta que desde Siglo XV es prácticamente una evidencia que los hechos locales están influenciados por un sistema global, y que este condiciona los hechos locales. Clifford Geertz, en cambio, argumenta que el hecho local es autónomo del global. Dado que su categoría de análisis histórico es la cultura, él reivindica que lo que importa no es lo que se hace sino lo que se dice de lo que se hace.

La síntesis entre empiria y cultura sería lo más aceptado. En este presente neoconservador, no podemos reducir la historia a discursos, so pena de alejarnos de la realidad, lo que equivale a decir, de la sociedad, de nuestros lectores.


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