40º ANIVERSARIO DE SANTA FE LA VIEJA

El día 26 de agosto de 1989 se llevó a cabo en Santa Fe la Vieja un acto conmemorativo del 40º aniversario del hallazgo y exhumación de esas ruinas por el Dr. Agustín Zapata Gollán. La fecha fue determinada teniendo en cuenta que el Ing. Víctor P. Nicoli, copartícipe del descubrimiento de las ruinas, ha indicado el 24 de agosto de 1949 como el día en que la exhumación de los restos de la iglesia de San Francisco confirmó el hallazgo de Santa Fe la Vieja.

El acto fue convocado conjuntamente por el Departamento de Estudios Etnográficos y Coloniales, la Asociación Amigos de Santa Fe la Vieja, el Centro de Estudios Hispanoamericanos, la Junta Provincial de Estudios Históricos, el Instituto de Cultura Hispánica de Santa Fe y la Asociación Conmemorativa de la Primera Yerra.

Tuvo carácter de homenaje al Dr. Agustín Zapata Gollán y contó con la presencia de altas autoridades provinciales, comunales, legislativas y educativas.

Luego del izamiento de la bandera nacional fue colocada una ofrenda floral ante el busto que recuerda al descubridor de las ruinas y usó de la palabra el Secretario de Cultura de la Provincia Lic. Julio de Zan. Un acto emotivo constituyó a continuación la entrega de testimonios de reconocimiento a los primeros colaboradores del Dr. Zapata Gollán en las excavaciones de Santa Fe la Vieja, que se hallaban presentes en el acto.

En representación de las entidades convocantes habló el Presidente de la Asociación Amigos de Santa Fe la Vieja, D. Oscar Sarsotti, en el momento de descubrir una placa con la que dichas instituciones ofrecieron su homenaje al Dr. Zapata Gollán.

Posteriormente fue servido un almuerzo criollo en las instalaciones del lugar, y en esa ocasión se ofreció un homenaje al Ing. Víctor F. Nícoli, codescubridor de las ruinas de Santa Fe la Vieja junto al Dr. Zapata Gollán. El escritor José Luis Víttori, Presidente del Centro de Estudios Hispanoamericanos, ofreció la demostración al Ing. Nícoli y le hizo entrega de un obsequio recordatorio consistente en un grabado del Dr. Zapata Gollán y una carpeta con las firmas de todos los asistentes.


Ofrecimiento del homenaje al Ing. VÍCTOR F. NÍCOLI en Santa Fe la Vieja por el Presidente del C.E.H., Sr. José Luis Víttori.

Hace 40 años, el sitio de la Santa Fe de Garay "quedaba por allí...", en un punto geográfico impreciso cuya vaguedad lo hacía mudar con frecuencia de lugar, como los espejismos.

La tradición apuntaba hacia aquí, pero se trataba de un recuerdo ambiguo. Se confundía con el de otras poblaciones.

Si bien parece que a ras del suelo o cavando apenas, se encontraban en este lugar cosas diversas de otro tiempo, tejas rotas, pedazos de cerámica, loritos de arcilla, útiles de hierro, medallas y hasta monedas de plata, en tanto los hallazgos casuales se agotaban en el apoderamiento curioso de grandes y chicos, las latitudes históricas se iban confundiendo, y al viejo asentamiento de Santa Fe se superponía el más moderno de una reducción franciscana.

Por fin todo se veló bajo la tierra arada y a la sombra de los naranjales: un manto de silencio se tendió entre una media memoria y un medio olvido.

Casi cuatro siglos habían pasado desde la fundación y casi tres siglos desde el traslado al nuevo emplazamiento, cuando se volvió sobre el asunto.

Había un monolito y una placa, ubicados en un lugar hipotético y oficialmente inaugurados el 15 de noviembre de 1923, al celebrarse durante el gobierno de Enrique Mosca, el 350º aniversario de la fundación de la ciudad, pero, extrañamente, no había seguridad de que la plomada del geólogo o del alhamí hubiera dado en el blanco, guiada por referencias verbales de imponderable exactitud.

Y así seria por otros veinticinco años. Tan es así que, cuando al fin se "destapó lo tapado y se descubrió lo cubierto", arreciaron las opiniones contrarias y se encrespó la polémica con quienes "no querían ahí a Santa Fe la Vieja".

Cupo el mérito del hallazgo al doctor Agustín Zapata Gollán y a su inmediato colaborador, el ingeniero Víctor F. Nícoli, motivando a su pesar un caso único o al menos llamativo de contradicciones adversas. Los opositores sostuvieron, unos de viva voz, que esos no eran los restos de la ciudad de Garay, y otros en voz baja que no había tal descubrimiento, pues constaba desde antaño que la ciudad yacía en ese lugar, faltando sólo desenterrarla... Valga la anécdota porque si alguna vez las ruinas desaparecen tragada por el río, no faltarán quienes digan que nunca fue encontrada o que jamás existió, como la Ciudad de los Césares.

***

Una cuestión demorada de límites con la provincia de Córdoba, actualizó el rancio antagonismo de la sierra y el río, de Cabrera y Garay o de Abreu y Garay. La cuestión de límites hizo necesario fijar en mojones el sitio preciso desde el cual el fundador proyectó la soberanía territorial de Santa Fe, según las ordenanzas reales del siglo XVI.

Y allí fueron Zapata Gollán y Víctor Nícoli, primero a los archivos en pos de los documentos disponibles y después al terreno, en investigaciones complementarias de gabinete y de campo.

Estudiaron la metrología antigua, dándose cuenta al cabo de que la vana erudición de esa aritmética no les resolvería el problema. Entonces recurrieron a los accidentes topográficos mencionados por Garay en su aproximación al lugar, y esto sí los ubicó. Interrogaron por último a los descendientes de los mas antiguos vecinos, obteniendo de ellos valiosa información sobre el lugar donde todavía añoraban cosas en los surcos cuando se labraba la tierra de las granjas.

Por último "metieron pala", como dicen los arqueólogos, zanjando el ingeniero Nícoli con método científico en busca de cimientos sólidos; fiando Zapata Gollán en la intuición estimulada por las evocaciones sucesorias. Este último hizo cavar "en el sitio donde estaba el monolito (de 1923)" y allí las exploraciones pusieron en descubierto -es decir, descubrieron- sólidos muros, "que luego se comprobó eran los de la iglesia y convento de San Francisco".

Allí estaba, pues, y ahora con certeza, la Santa Fe que Garay había plantado en el cruce de los caminos. "Tal vez el día en que levantó el rollo en medio de la plaza, Garay trazaría en la arena una cruz con su tizona, marcando los cuatro rumbos de los caminos que se encontraban en la encrucijada de Santa Fe: al norte, la cabeza de la cruz se perdía en los montes del Paraguay, al sur los pies se hundían en la Patagonia, al poniente un brazo se clavaba en el Perú y al naciente el otro brazo señalaba la ruta del Brasil y de España. Y esta cruz, que tal ve marcó en la arena del pueblo criollo el fundador, fue la vera cruz de Santa Fe" -escribió Zapata Gollán en "Las puertas de la tierra".

El punto exacto de localización, el hallazgo de las ruinas, aconteció el 24 de agosto de 1949, de acuerdo con las anotaciones del Ing. Nícoli.

A juzgar por el ejemplo que nos han dado en su vida larga y meritoria el doctor Zapata Gollán y el Ing. Nícoli, diríamos que, si "en materia de sentir el dolor de envejecer, andan los hombres sin juicio desde hace muchos años" -como decía el notero-, ambos han superado el dolor que los años suman, restándolos en la felicidad de obras y servicios que los mantuvieron lúcidos y activos, hasta la consumación de sus días -en su caso- y próximo a cumplir los noventa en el otro.

Por esto y mucho más, que por conocido no cabe enumerar aquí, es que le ofrezco, Ing. Nícoli, en nombre de todos los presentes, este homenaje de afecto y admiración.



Palabras del Ing. VÍCTOR F. NÍCOLI

Agradezco íntimamente a las Entidades y a los señores organizadores de la conmemoración del 40º aniversario del descubrimiento de las Ruinas de la primitiva capital de la Ciudad y Provincia de Santa Fe, distinguiéndome con este agasajo en el histórico lugar en el que don Juan de Garay dio nacimiento a nuestra nacionalidad.

En rigor de verdad, el descubrimiento de las Ruinas había comenzado pocos días antes del 24 de agosto de 1949, pero fue en esa fecha que la paciente y dificultosa lectura de miles de infolios contenidos en un centenar de volúmenes con las actas del Cabildo, de escrituras públicas y de expedientes civiles, dio sus frutos con el comienzo de la magna obra realizada ininterrumpidamente por el Dr. Zapata Gollán desde aquella fecha hasta su fallecimiento, ocurrido el 11 de octubre de 1986.

Porque fue en aquel 24 de agosto, cuando gracias a la excepcional memoria del Dr. Zapata, después de haber hecho despejar el terreno poniendo a la vista anchos muros de tapia de vara y media de espesor que encerraban un recinto rectangular de unas 10 varas castellanas por 45 de fondo, dimensiones que por sí advertían corresponder a un templo, al aparecer una viga de madera transversal que limitaba un replano, recordó que la esposa de Hernandarias había dispuesto en su testamento ser inhumada en la Iglesia de San Francisco, junto a su esposo, indicando que el sepulcro se hallaba junto al altar, del lado del Evangelio.

Excavado ese lugar con máximas precauciones, aparecieron dos esqueletos, uno de casa sexo, estando el brazo del femenino, o sea de la hija de Garay, apoyado sobre los restos de Hernandarias.

Tal hecho implicó la prueba irrefutable de que se había dado con la Iglesia de San Francisco y por ende, con los primeros restos de la primitiva capital.

Al recordar también que el traslado de esa ciudad a la actual capital se había efectuado repitiendo exactamente su trazado y lo mismo se hizo con la adjudicación a cada vecino del solar que poseía en la anterior, procedimiento repetido con los solares correspondientes a edificios públicos y templos; el Dr. Zapata se dio la satisfacción de lograr otra prueba y descubrió prontamente los cimientos de las Iglesias de la Merced y de Santo Domingo en los sitios preestablecidos.

Desde la primera comprobación, el Dr. Zapata decidió instalarse en el lugar, abandonando durante seis largos años las comodidades y los afectos de su hogar, porque sabía que era indispensable su presencia para adoptar determinaciones requeridas a cada instante y también para dirigir y enseñar a los obreros del lugar técnicas arqueológicas.

Como en el pueblo Cayastá no existían alojamientos públicos y no quiso crearse compromisos amistosos que le restarían tiempo, aceptó como vivienda una casilla construida con chapas de cinc, ubicada junto a la barranca del río. Allí estuvo durante año y medio, soportando dos crudos inviernos, lo que nos preocupó seriamente.

Lograda la ley de expropiación y la consiguiente posesión de los terrenos en que estuvo asentada la vieja ciudad, el Dr. Zapata se trasladó a la modesta vivienda rural existente en este predio, que habitó desde noviembre de 1951 y hasta mediados de 1955. Allí comenzó con benedictina paciencia el estudio, clasificación y numeración de los miles de objetos que fueron apareciendo a medida que avanzaban las exploraciones.

Como justo reconocimiento al sacrificio personal y moral que el amor a la CIENCIA obligó al Dr. Zapata Gollán a vivir austeramente tan largo lapso, el Gobierno de la provincia dispuso por decreto Nº 5109 del 19 de febrero de 1987, declarar de Interés Histórico Provincial a los aposentos mencionados.

Regresado a su hogar, dedicó otros treinta años a intensa tarea intelectual, desentrañando centenares de incógnitas surgidas con investigación en documentos de la época de la fundación de Santa Fe, y para la interpretación de las modalidades y usos de objetos hallados en las Ruinas, cuyos resultados divulgó con más de 50 libros y folletos, en innumeras conferencias y en publicaciones periodísticas.

Volviendo a los recuerdos de su larga permanencia y brillante actuación en este lugar, en el que nada escapó a la aguda observación del Dr. Zapata Gollán y en el que no quedó ni un centímetro cuadrado de suelo que no tuviera la impronta de su pie, es dable admitir que en este mismo momento y hasta la eternidad, estará aquí presente su espíritu, y que este sitial y el honor que se me dispensa, le corresponden integra y prioritaria mente. Así lo siento de corazón, y por su memoria lo agradezco nuevamente.

Colocándome así en segundo plano, considero también que es de toda justicia que durante este jubiloso acontecimiento, recordemos a todos aquellos que en una u otra forma colaboraron para el éxito y luego la consolidación y continuidad de la extraordinaria obra que se había propuesto realizar el Dr. Zapata.

En primer término corresponde nombrar al entonces gobernador de la Pcia. Ing. Juan Hugo Caesar y a su ministro de obras públicas Ing. Luis Sobrino Aranda, que prodigaron los recursos necesarios para la continuidad de las excavaciones arqueológicas y para la protección de las mismas contra la intemperie: además le proporcionaron el hermoso y amplio edificio para el Departamento de Estudios Etnográficos y Coloniales y su magnífico Museo.

En 1948, es decir antes del descubrimiento de las Ruinas, fue publicado en la revista "La Ingeniería" un artículo que ubicaba a la primitiva ciudad de Santa Fe a 30 Km. al Norte del pueblo Cayastá. Los primeros historiadores que tuvieron conocimiento de esa publicación y que salieron a la palestra para refutar tan grueso error, fueron el Ing. Augusto Fernández Díaz y los Dres. Manuel Cervera y su hijo Federico G. Cervera.

Como a pesar de evidencia incontrastable dada por el descubrimiento de las Ruinas, el autor del error inició agresiva polémica negando la legitimidad de lo hallado, sosteniendo que pertenecía a una Reducción indígena.

Para refutar sus cambiantes teorías y durante cinco años, intervinieron además de los ya nombrados, los siguientes historiadores:

Profesor Salvador Canals Frau, presidente de la Sociedad Argentina de Antropología, acompañado con todo el cuerpo directivo de la institución.

Dr. Osvaldo Menghin, profesor de Prehistoria de la Facultad de Filosofía y Letras de la U.N.B.A. (ex-Ministro de Educación de Austria y ex-Rector de la Universidad de Viena).

Monseñor Dr. Nicolás Fasolino; Dr. Mario de Olazábal.
Arquitectos Hernán Busaniche y Santiago L. Toretta.
Sres. José María Candioti y Jorge Reynoso Aldao.
Dres. Francisco M. Ferrer y Amador Alberto.
Dr. Bernardo Alemán; Dr. Ignacio Maciel.
Profesor Roberto Favaretto Forner.
Sr. Riobó Caputto y Dr. José Carmelo Busaniche.
Profesores Enrique Palavecino y Alberto Rex González.
Dr. Roberto Levillier y Capitán de Navío (R.F.) H. Burzio, Cardenal Antonio Caggiano y R.P. Guillermo Furlong.
El Sr. Hipólito Montemurro y quien les habla.
También colaboraron los demás integrantes de las siguientes instituciones:
Junta Provincial de Estudios Históricos de Santa Fe
Asociación Amigos de Santa Fe la Vieja.
Asociación Conmemorativa de la Primera Yerra.
Centro de Estudios Hispanoamericanos.

Especial agradecimiento corresponde al extinto Director del Archivo G. de la Pcia. Sr. Andrés A. Roverano y a la actual Sra. Catalina Pistone, por haber facilitado antecedentes de su valioso repositorio.

Cabe destacar la valiosísima colaboración prestada por los directivos del diario "EL LITORAL" que en los 40 años transcurridos desde el descubrimiento de las Ruinas, ofrecieron sin limitación sus páginas durante la dura polémica y en todo ese lapso para dar a conocer las publicaciones y conferencias del Dr. Zapata Gollán, y para comentar todo lo que tenía público interés al respecto.

Cabe para el futuro inmediato, destacar la inmensa responsabilidad que deben afrontar el actual director del Departamento de Estudios Etnográficos y Coloniales Arquitecto Luis M. Calvo y a sus más inmediatos colaboradores, Sres. Horacio Caillet-Bois y Emilio Leiva, para cumplir sus funciones específicas ante la falta de los recursos mínimos indispensables.

Como observador de las tareas cumplidas desde el comienzo de las excavaciones por obreros de la zona de Cayastá, que colaboraron eficaz y fielmente con el Dr. Zapata durante varios años en la minuciosa y delicada tarea, y para alejar la posible presunción de que lo que hubiera dicho respondía a la emoción de este momento, repetiré lo que expresé hace seis años cuando me correspondió redactar la Historia del Descubrimiento. Dije así:

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"Lo que también es digno de destacar fue la fiel y entusiasta colaboración que logró el Dr. Zapata de los modestos obreros del lugar, que con su consejo y enseñanzas se convirtieron en meritorios artesanos."

"Tuve oportunidad de seguir paso a paso cuando uno de ellos empezó a liberar un esqueleto del mazacote de tierra que lo cubría; lo más difícil fue pulir las manos entrecruzadas; parecía imposible que no desprendiera alguna falange con el simple roce del pincel cuando terminaba el pulimento, pero lo logró con su extrema habilidad y enorme paciencia".

Por ello me ha parecido muy justo y simpático estar acompañado en este acto por algunos de ellos, a quienes me complace expresarles mis felicitaciones por recibir este público reconocimiento por su ejemplar desempeño.

Se me ha facilitado la nómina de quienes podían estar presentes, a saber: Francisco Blanc, Marcelino Loseco, Arsenio González, Máximo Acosta, Serviliano Calderón, Leonardo Lavagna, Julio Valdez y Benedicto Rasedo.

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Cierta vez, el Dr. Zapata me dijo tímidamente y casi al oído que era descendiente directo de don Juan de Garay; eso mismo recuerdo haberlo leído en un artículo periodístico.

Por eso, habiendo don Agustín publicado en 1938 "La Conquista criolla" refiriéndose precisamente a la fundación de Santa Fe realizada por Garay con la colaboración de 75 "mancebos paraguayos" (y sólo 5 españoles) venidos desde Asunción, vislumbro paralelismo con lo ocurrido casi cuatro siglos después con el descubrimiento de las Ruinas de la misma ciudad, lograda por este ilustrísimo descendiente de Garay con la colaboración de una veintena de "Mancebos argentinos" de Cayastá; estimo pues que bien merece esa proeza llamarla:

"LA RECONQUISTA DE LA PERDIDA CIUDAD DE SANTA FE"


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Por mi carácter de asesor ad-honorem para colaborar con el Departamento de Estudios Etnográficos y Coloniales en los problemas que le competen, no puedo dejar de referirme en esta ocasión a la imperiosa necesidad de adoptar urgentes medidas para la conservación de las Ruinas de Santa Fe la Vieja.

Para que se aprecie que esa preocupación no es ocasional, prefiero reproducir lo que hace dos meses expuse ante el Sr. Rector de la Universidad Nacional del Litoral, con motivo de la presentación del 2º tomo de la "Obra Completa" del Dr. Agustín Zapata Gollán. Esto dije:

"Destacamos en otra oportunidad que el excelente estado de conservación de los restos humanos y de los muros y pisos de tapia, se debió a la altitud del lugar, y también por la técnica de los alarifes para la selección de arcillas y su elaboración y apisonado."

"Se confiaba pues con justa razón, que esas reliquias históricas no sufrirían deterioro en el futuro con los reparos y medidas adoptadas en el transcurso de varios años".

"Pero desgraciadamente no ha ocurrido así, por haber variado fundamentalmente el régimen del río Paraná por inacción y también por acción errónea de organismos nacionales y provinciales; y más recientemente, por obras de carácter internacional, todas las que fueron ocasionando la paulatina sobre-elevación de las aguas fluviales que, en la zona de las Ruinas aumentaron la humedad ambiental y la altura de la napa freática desde hace unos veinte años".

"Nuestras sucesivas, oportunas y amigables advertencias sobre los peligros de ciertas obras; luego con publicaciones periodísticas y finalmente con presentaciones formales acompañadas de amplia documentación, tampoco merecieron atención. (El Litoral, 20 y 21 noviembre 1972; expedientes Nos. 603 - N-1974 M.O.P. y 324444-N-83 M.G.)".

"Posteriormente, los embalses brasilero-paraguayos de "Sete Quedas" y de "Ytaipú", manteniendo un régimen permanente de aguas altas, han agravado el problema".

"Por ello nos ha parecido oportuno traer estas referencias a este ilustrado ámbito ante la presencia del Sr. Rector, pues la prensa diaria dio a conocer tres convenios realizados por su iniciativa para que la Universidad Nacional del Litoral conjuntamente con organismos técnicos de Hidráulica, aborden problemas que interesan a la comunidad santafesina".

... "Y como ese problema se relaciona con el que sufre el riacho San Javier en el tramo que bordea a las Ruinas de Santa Fe la Vieja, donde ha vuelto a repetirse la socavación y caída de varios metros de la barranca, no dudamos que mercera preferente atención el cumplimiento de ese convenio, ya que con él se determinarán las obras que moderarán el régimen del Paraná 300 kilómetros aguas arribas, en beneficio y tranquilidad de todos los pobladores de ese tramo de la costa santafesina y de los isleros cercanos, beneficios extensivos también a sectores de esta capital".

Hace exactamente 6 años, toda Santa Fe gritaba: Salvemos al Puente Colgante. Los responsables de hacerlo, dijeron que no existía tal peligro, pero el puente cayó.

Ahora el clamor público grita: SALVEMOS LAS RUINAS DE SANTA FE LA VIEJA!!! Esperamos haya mejor comprensión de los responsables esta vez.

Y una vez más, muchas gracias a toda la concurrencia por habernos acompañado en esta patriótica fiesta del espíritu.



NUEVOS MIEMBROS DE NÚMERO

En reunión del 3 de mayo de 19 89 fueron elegidos nuevos Miembros de Número los señores: Dr. Salvador Daña Montano, Lic. Felipe J. Cervera, Prof. Elías Díaz Molano y Dra. Hebe Livi, todos de reconocida trayectoria historiográfica e investigativa.

El 7 de junio el C.E.H. se reunió en plenario y acto público para incorporar a sus nuevos Miembros de Número. El presidente de la institución, Sr. José Luis Víttori, pronunció las palabras de bienvenida y en nombre de los Miembros incorporados habló la Dra. Hebe Livi. A continuación el Lic. Felipe J. Cervera desarrolló el tema "Vida y obra del Dr. Agustín Zapata Gollán". El Dr. Salvador Daña Montano compartió el estrado, en tanto que el Prof. Elías Díaz Molano no pudo asistir por razones de salud. El acto se llevó a cabo en la Biblioteca "Dr. Agustín Zapata Gollán" del Departamento de Estudios Etnográficos y Coloniales.


Palabras del escritor José Luis Víttori, Presidente del C.E.H., en la sesión de incorporación de nuevos Miembros de Número:

Unas pocas palabras bastarán para abrir el plenario de hoy, el primero convocado en 1989 por esta presidencia y con el cual el Centro de Estudios Hispanoamericanos inicia las actividades del año, reservando la sesión inaugural del ciclo a la recepción de cuatro miembros de número y también a evocar la figura de su inspirador y animador, Don Agustín Zapata Gollán.

Es oportuno recordar, a casi ocho años de la convocatoria que fundó el centro el cinco de octubre de 1981, los propósitos enunciados en la primera acta:

"... Es una entidad cultural -decíamos-, constituida con el objeto de realizar y propiciar estudios e investigaciones en todas aquellas disciplinas que se relacionen directamente con el conocimiento del pasado Americano y Español".

En siete años y medio de actividad, no es poco lo realizado en cumplimiento de tal objeto, y ya es mucho el haber permanecido activos con buen nivel académico, a pesar de las adversidades y carencias propias de un tiempo difícil y problemático para nuestro país y la Provincia de Santa Fe y, quizás especialmente, para nuestra ciudad capital:

Los recursos disponibles han sido siempre modestos, pero la iniciativa personal y la buena voluntad de diversas instituciones públicas y privadas, nos permitió pese a todo desarrollar nuestro calendario de reuniones, recibir el aporte valioso de los miembros activos e ir publicando los números sucesivos de la revista "América", en los cuales -seis hasta ahora- se han incluido los trabajos presentados en los plenarios, y documentos e información de interés conforme los objetivos del Centro.

Estudios de Agustín Zapata Gollán, Francisco Magín Ferrer, Luis María Calvo, Leoncio Gianello, Fernando Pages Larraya, Amador Alberto, Bernardo Alemán, Julio Caminos, Víctor P. Nícoli, Ignacio Maciel, Alvaro de Brito, Cristina Vulcano, Gustavo Víttori, Lucrecia Oliveira Cesar de García Arias, Jorge Reynoso Aldao, Francisco J. Menchaca, Miguel Ángel de Marco, José Luis Víttori, Enrique M. Barba, Jorge Taverna Irigoyen y Enrique de Gandia, entre otros firmantes de notas bibliográficas y comunicaciones.

Valga refirmar aquí el deseo de proseguir y de acentuar si es posible las tareas de investigación sobre la apasionante y vasta temática hispanoamericana, a fin de contribuir a un aporte fecundo del Centro de Estudios, en las tareas preparatorias y celebratorias del V Centenario del descubrimiento, de la Evangelización y del mestizaje de las culturas indígenas y españolas en el Litoral Fluvial.

Para el cumplimiento de los trabajos implícitos en los objetivos del Centro, no sólo convocamos a todos sus miembros actuales, sino también a los nuevos miembros designados, y a los por designar con los mismos fines.

En este sentido, es propicia la incorporación del Dr. Salvador Daña Montano, el Ing. Elías Díaz Molano y los Lic. Hebe Livi y Felipe Justo Cervera.

No abundaré en detalles curriculares, pues son conocidos los méritos que cada uno de ellos acredita en su especialidad; investigación, docencia, publicaciones y reconocimientos importantes a una labor talentosa; nada falta para subrayar la disciplina de estudio y magisterio que estas personas han brindado desde la cátedra, el gabinete y la letra impresa, como invalorable servicio al conocimiento. En nombre de todos nosotros, sean bienvenidos!

Y bien dispuestos a ofrecemos desde ya el respaldo de su labor y de su competencia, para el decidido fortalecimiento de esta entidad de bien público.

Antes de terminar quisiera rendir sentido homenaje a los miembros fallecidos en estos años: Constantino Ramos, Amador Alberto, Agustín Zapata Gollán, Oscar Ensinck, Américo Tonda, José María Candioti y Federico Cervera, con el pesar de su ausencia y la memoria de su trato y de su obra.

Por ultimo, llegue nuestro agradecimiento a la Secretaría de Cultura y a la Dirección del Instituto Etnográfico, por la hospitalidad que nos ofrecen, a cambio de la cual sólo podemos retribuir con bienes intelectuales propios de esas disciplinas orientadas en la investigación y el estudio de nuestras culturas autóctonas, en el proceso del descubrimiento de América y de su incorporación a la cultura que llamamos occidental y cristiana, traída a estas tierras por España - tal como lo dijo el Dr. Zapata Gollán en el acto inaugural del Centro de Estudios Hispanoamericanos-.



Palabras de la Prof. Hebe Livi en nombre de los nuevos Miembros de Número

Es alto honor pertenecer al Centro de Estudios Hispanoamericano, por la elevada labor ya realizada y por la que realizará, seguramente, en el futuro. Tócame, por inmerecido discernimiento, agradecer la distinción que significa para los nuevos Miembros de Número la incorporación a esta Institución, cuyo mayor prestigio reside en la actividad realizada por sus miembros en procura de un mejor conocimiento del pasado americano y español. Ello es, sin duda, un doble honor para mí, ya que esta designación me lleva a estar acompañada, hoy, por santafesinos de real valía, como el Dr. Salvador Daña Montano, el Ingeniero Elías Díaz Molano y el Licenciado Felipe Cervera.

Puedo asegurar que ninguno de los que en este acto nos incorporamos al Centro, lo consideramos como merecida recompensa a una tarea cumplida, sino como un mandato que nos obliga a acrecentar al máximo nuestro trabajo en el camino fijado por esta Institución.

El compromiso es mayor por cuanto nos encontramos en víspera del Quinto Centenario de la conjunción de los pueblos americanos y españoles, momento propicio para meditar sobre la misión que debemos enfrentar.

Comenzaron ya, por doquier, actos y publicaciones rememorativos de este acontecimiento, de diversos valores científicos y a veces de dudoso esfuerzo intelectual. En la mayor parte de ellos la nación española es juzgada con arbitrarios preconceptos, y así asistimos a una revitalización de las bien conocidas leyendas: Negra una. Dorada la otra, por las cuales el conquistador hispano es considerado el real autor de un brutal genocidio, o el ángel salvador de los pueblos americanos.

Paralelamente, el aborigen, el señor autóctono de estas tierras, es la expresión verdadera de las concepciones políticas de los albores de la modernidad, que nos dicen que el hombre es bondadoso por naturaleza, o, por el contrario, es el lobo para el mismo hombre.

La Leyenda Negra, Liberal o Marxista, es recogida hoy por las diversas corrientes indigenistas y manipulada ideológicamente.

La leyenda Dorada o Rosa, está recepcionada por el hispanismo de ultranza y recorre los mismos caminos.

Si buscamos las fuentes en que ambas leyendas abrevan sus primigenias nociones, las encontramos en Bartolomé de las Casas, Francisco de Victoria, Fray Antón de Montesino, Melchor Cano, Domingo de Soto, y para no continuar nombrando, a Juan Ginés de Sepúlveda.

En estos autores, contemporáneos de la conquista, se nutren, indistintamente, todas esas corrientes indigenistas e hispanistas. La interpretación ideológica personal hace el resto.

Entonces surge la duda. Cuál de estas leyendas y de sus reinterpretaciones ideológicas es la verdadera?

Las naciones todas tienen su puesto en la historia, monologando larga o cortamente sobre lo que es exaltado por unos y exacerbados por otros. Justo es recepcionar cuanto la historia nos recrea, sin cuestionarlo con criterios actuales. Cada época debe ser estudiada según sus propias manifestaciones y cada lugar según sus caracteres peculiares.

Solamente a partir de estas premisas se puede buscar las relaciones existentes entre las ideas de uno y otro período de la evolución de nuestra América.

Cuando inician su accionar las diversas leyendas pro y anti-hispánicas, la intencionalidad política europea está dada por la talasocracia reformista, el regalismo galo y la ficción teocrática romana, empeñadas todas en corroer el prestigio español, desplazándose en el mar del iluminismo barroco. Inglaterra, Holanda, Francia, Portugal y las ciudades y principados itálicos, pujan entre sí para mejor ocupar el lugar en que España está entronizada.

El anti-españolismo toma cuerpo y la propia España lo impulsa. Allí donde se reclama justicia para América, seguro está España iniciándolo y estimulándolo. El desgaste es inmenso. España cae en cenizas pisoteadas por sus ancestrales enemigos, pero yace porque es ella misma la que busca una perfección inalcanzable por los hombres.

Sobre las brasas ardientes de la vida hispana posan sus plantas primero Francia, luego Inglaterra y más tarde la primer república americana en el tiempo. Pero el conquistador está allí, pidiendo, exigiendo, proclamando con crudeza la verdad cimentada en su acción, acertada o no, pero que le requirió sacrificios sin par y le reportó aventuras envidiables.

Bueno, considero que ese es el camino a recorrer, y ese será el mejor fruto de este Quinto Centenario. Y es precisamente la ciudad de Santa Fe un ámbito geográfico ideal para esta actividad. Ella es amalgama en simbiosis indisoluble con el Sitio Viejo, del que no es más que una prolongación de la savia vital depositada por esos vecinos fundadores que en frágiles barquichuelos arremetieron la aventura azarosa de damos la vida. Y nada mejor que esta Institución, donde el estudio del hispanismo es el objetivo de su ser, para marcar el camino a seguir en la búsqueda de encontrar y demostrar la autenticidad de lo acaecido en tres siglos de vida en común.

Es con esta significación en que conjuntamente quienes hoy nos incorporamos al Centro de Estudios Hispanoamericanos, comprometemos nuestro accionar, ahora solemnemente, en el sentido de impulsar el estudio recto, honesto y veraz de esa unidad hispanoamericana.


Distinciones

La Prof. Catalina Pistone recibió en 1989 el premio "Alicia Moreau de Justo" otorgado por la Asociación para el Reconocimiento de una Actitud en la Vida.

En el mismo año le fue otorgado el premio" Alfonsina Storni" por la Asociación de Mujeres de Negocios y Profesionales.


Actos culturales organizadas por el C.E.H.

Curso sobre el tema: "La ciudad hispanoamericana". Se desarrolló entre los días 2 y 23 de agosto de 1989 con el siguiente temario y expositores:

"Las ruinas de Santa Fe la Vieja", a cargo del Ing. Víctor F. Nícoli.

"Santa Fe la Vieja y la ciudad hispanoamericana", a cargo del Arq. Luis María Calvo.

"La ciudad indoamericana", a cargo del Sr. José Luis Víttori.

"La evolución de la ciudad de Santa Fe a través de sus planos", a cargo de la Prof. J. Catalina Pistone.


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